Ah! es bueno… quédate aquí… más fuerte… más fuerte… ten, ten, tómalo todo. Dámelo, tu esperma… Dámelo todo… Ten… Ten…
Y en una descarga común se derrumbaron y quedaron anonadados por un momento. Tone y Éulmé abrazadas en el canapé les miraban riendo. El vice-cónsul de Servia había encendido un delgado cigarrillo de tabaco oriental. Cuando Mony se hubo levantado, le dijo:
–Ahora, querido príncipe, es mi turno; esperaba tu llegada y precisamente por eso me he hecho manipular el miembro por Mira, pero te he reservado el goce. ¡Ven, mi corazón, mi enculado querido, ven! que te la meta.
Vibescu le contempló un momento, luego, escupiendo sobre el miembro que le presentaba el vice-cónsul, pronunció estas palabras:
–Ya estoy harto de tus enculadas, toda la ciudad habla de ello.
Pero el vice-cónsul se había levantado, en plena erección, y había cogido un revólver.
Apuntó a Mony que, temblando, le tendió las posaderas balbuceando:
–Bandi, mi querido Bandi, sabes que te amo, encúlame, encúlame.
Bandi, sonriendo, hizo penetrar su miembro en el elástico orificio que se encontraba entre las dos nalgas del príncipe. Introducido allí, y mientras las tres mujeres le miraban, se agitó como un poseído blasfemando:
–¡Por el nombre de Dios! Estoy gozando, aprieta el culo, preciosidad, aprieta, estoy gozando. Aprieta tus bellas nalgas.
Y la mirada salvaje, las manos crispadas sobre los hombros delicados, descargó. Enseguida Mony se lavó, se volvió a vestir y marchó diciendo que volvería después de comer. Pero al llegar a su casa, escribió esta carta:
“Mi querido Bandi:
“Ya estoy harto de tus enculados, ya estoy harto de las mujeres de Bucarest, ya estoy harto de gastar aquí mi fortuna con la que sería tan feliz en París. Antes de dos horas me habré marchado. Espero divertirme enormemente allí y te digo adiós.
De ‘Las once mil vergas’, novela erótica de Guillaume Apollinaire que comenzó a circular en forma anónima en París, entre 1906 y 1907.
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