El Lobo, el Hombre del Saco, el Coco, el Sacamantecas, el Tío Camuñas… son diferentes apelativos para personajes ficticios cuya finalidad es asustar a los pequeños y lograr que obedezcan.
Los adultos los inventan para que no se acerquen a lugares peligrosos para ellos, un pozo, un bosque, un abismo… Y, de esa manera, nos van protegiendo y volviendo personas cautas que miden el riesgo.
Y, también de esa manera, poco a poco el miedo nos va moldeando y nos va volviendo personas domesticadas, adocenadas, que no emprenden ninguna acción ante la posibilidad del fracaso o de recibir un daño.