La suciedad anida en todos los rincones más o menos discretos que podamos prever, y sabemos que se iluminan partes misteriosas del cerebro ante los estímulos más absurdos. Es una incontinencia que impide pensar, es un velo de niebla que nunca se aparta para dejarnos ver a través de cuanto oculta, lo que suponemos que tapa con su densidad.
Son partes de nuestras mentes que están candadas, alguien las compró y no tenemos acceso a ellas. ¡¿Qué hay allí¡?, tal vez los secretos más obscenos, o quizá recuerdos de los más nobles sentimientos. Ya nunca lo sabremos, ya nunca lo sabremos. Y eso debería dolernos.