Resistencia Omega

Hay personas que se buscan unas a otras a través de emisoras de radio de onda corta. Son supervivientes de un conflicto ocasionado por la inestabilidad social a causa de una pandemia surgida después de una guerra nuclear, que se encuentran diseminados en refugios y búnkeres, imposibilitados de encontrarse con otros seres humanos, que además no saben dónde están.

Algunos forman parte de la resistencia y contactan entre sí para intercambiar información y combatir la soledad del aislamiento. Otros mantienen encuentros radiofónicos esporádicos en busca de algún familiar o de noticias, pero las conexiones no suelen durar mucho porque las condiciones atmosféricas hacen que sean breves e imprecisas.

Mientras tanto, la resistencia se va organizando para mantener una lucha a largo plazo, al margen de un incipiente gobierno del que apenas llegan noticias. Es la única alternativa a dos grupos enfrentados entre sí: los enloquecidos y los sumisos, escasos y diseminados, y muy afectados por ‘la plaga’, de la que se habla poco y con desdén.

Ese fue el principio de los males que azotan a la Humanidad, y que no se sabe cuándo pararán. Porque la situación se agrava con severos cambios en el clima y en el medio ambiente, con veranos en los que con suerte se puede salir unas pocas horas al principio del día o de la noche para cazar o intentar conseguir unas latas de comida.

Y los inviernos son aún peores, con meses enteros de tormentas, vientos huracanados y obligado encierro, que traen consigo el riesgo de contraer la ‘fiebre de las cabañas’, y la inquietud constante de pensar que tal vez no se han reunido suficientes provisiones hasta que se pueda volver a salir.

El resto del paisaje lo componen ruinas de ciudades y construcciones humanas, personajes extraños que salen al paso en cualquier paraje, una especie de zombis que arrastran maletas y otros enseres de su vida anterior, buscando un lugar donde pasar la noche… Erupciones volcánicas y terremotos impredecibles que ocultan el sol durante días, provocando efecto invernadero que hace más insoportable el ambiente.

Ante todo eso la Resistencia Omega combina la rebeldía contra el orden establecido con la supervivencia más desesperada. Es la oportunidad de mantener la cabeza sobre los hombros mientras todo el mundo la está perdiendo. “¿¡Me está escuchando alguien!?”.

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