En 1981 se vendió de forma fraudulenta en varias zonas de España aceite de colza desnaturalizado, debía emplearse industrialmente pero acabó como grasa de cocina. Se envenenaron más de 20.000 personas, de las que 1.100 murieron y otras arrastraron secuelas toda su vida. Era gente humilde, porque se comercializó de manera irregular en mercadillos.

Y, aunque los industriales responsables fueron condenados, existen dudas sobre la version oficial de la historia. Un renombrado forense informó a la OMS de presencia de plaguicidas en los tejidos de las víctimas, y la organización respondió que ya lo sabía. Algunas teorías apuntan a tomates de una plantación de Almería. Científicos que comprobaron el engaño fueron cesados… La verdad, toda la verdad, jamás se supo.
