Un día llegó la hora de cambiar de engaño, nos dejaron desempolvar y ondear las banderas sangrantes del pasado, pudimos manifestarnos y pedir libertad, sentir que participábamos en el relevo. Pero no hacíamos sino rodar ilusos hacia el capital, el consumismo y la falsa abundancia.
Dejamos en el camino el recuerdo de la opresión, porque fue tiempo de olvido e impaciencia, de ignorancia simulada. Y en bloque cruzaron los asesinos a plena luz el Rubicón, sin pagar un peaje, sin una excusa ni responder por nada. Perdieron sucesión pero ganaron eternidad. Se lo permitimos y ahora todo es consecuencia de eso.
El vuelo del general
