“Yo estaba indignado. «¡Cielos! -me decía-, ¿es posible que esos dos seres tan amables y amantes no sean más que dos duendes, acostumbrados a encarnarse en toda suerte de formas para burlar a los mortales? ¿Es posible que no sean más que dos brujas o, cosa más execrable aún, dos vampiros a quienes les está permitido animar los cuerpos odiosos de los ahorcados del valle?» Hasta entonces me pareció que todo lo ocurrido podía explicarse naturalmente, pero ahora no sabía ya qué creer”, Jan Potocki, ’Manuscrito encontrado en Zaragoza’ (1804-1805).
Abismo gótico
