Hacer desaparecer físicamente a la oposición política ha sido la gran obsesión de todas las dictaduras y totalitarismos. Entre los años 70 y 80, en Argentina y Uruguay, el aparato represor del Estado empleó el método de asesinar a personas y lanzar sus cadáveres sobre el mar desde un avión.
Y cuentan que una vez un camionero que transportaba un cargamento de víctimas le preguntó a un militar sobre el destino final de aquellos cuerpos, a lo que éste le respondió «van a la niebla de ninguna parte». El océano se lo traga todo y calla, pero de un modo u otro, los cadáveres y su historia siempre acaban saliendo a flote.
Espeluznante
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