En julio de 1958, en Madrid, José Mª Jarabo Pérez-Morris cometió un múltiple asesinato. Las víctimas fueron dos prestamistas, que le reclamaban ingentes cantidades de dinero por una joya empeñada y una carta de amor que le exigieron como garantía, así como la esposa de uno de ellos, que estaba embarazada, y la sirvienta.

Era un crimen de ‘señorito’, y se decía que si no hubiese asesinado a las dos mujeres nunca le hubiesen aplicado el garrote vil. Cuando trasladaban el ataúd al cementerio de la Almudena, donde había mucha expectación, se extendió el rumor de que no era Jarabo quien estaba dentro y el comisario que dirigió la investigación lo hizo abrir a punta de pistola para comprobarlo.
