La locura del mundo es heredada del Universo, eso nos congratula con el resto de la creación, misma historia mismos designios. El momento llegó y fue fructífero, qué más podíamos esperar de los dioses hambrientos que llegaron buscando un dorado residuo vital para construir todo lo que precisaban para dominar la galaxia. Entonces nos crearon porque necesitaban esclavos para un imperio que se mira en muchos soles.

Y, gracias al vínculo genético, alumbramos Cristos desde la antigüedad, seres divinos que mejoran la tierra, una cosecha eterna que conmueve los cimientos aislados de Agartha. Y llegarán desde las profundidades a lo más alto, pero para qué queremos cuerpos que nos hablen de la vida y la muerte, si deberán quedar atrás por la pujanza del alma inmortal.