Memento mori

Según una vieja costumbre, en la Antigua Roma cuando un general volvía victorioso de alguna campaña todo el mundo salía a recibirle y le aclamaba durante un desfile triunfal en el que no faltaban las armas capturadas, el botín, los enemigos esclavizados…

En el carro principal iba el nuevo héroe con sus hijos y, justo detrás, un siervo que sostenía sobre la cabeza del protagonista una corona de laurel mientras le decía algo al oído que sólo él podía escuchar: “recuerda que eres mortal”. Y, es que, toda gloria de este mundo es pasajera, y lo mismo que hoy vences mañana eres derrotado; y quienes hoy te encumbran tal vez un día pedirán tu cabeza. Una lección a no olvidar.

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