La incertidumbre se ha adueñado de nuestras vidas, aunque siempre estuvo allí. La Humanidad ha vivido épocas de estabilidad, pero nunca en todo el Orbe. Por eso, hablar de paz es injusto y sobre todo sectario. La estabilidad es una sensación, como la vida es sueño, que razonó Calderón de la Barca. Una cosa es a la otra la misma en ambos casos.
Esta civilización en que vivimos ya no parece capacitada para superar las crisis que el destino le depara -y sobre todo las que ella misma se busca- pero ha aprendido a soslayarlas. Sin embargo, es una carrera contra el tiempo y, por encima de cualquier otra cuestión, una huida ante la evidencia de un peligro. Nos atrapará más adelante, ¿¡no lo veis!? No podemos ganar.
Mientras creemos que somos listos y escapamos, ni siquiera corremos a la pata coja, sino que patinamos una y otra vez en el intento se subir a la cucaña -con los ojos vendados- donde, una vez en la cúspide, encontraremos un premio que solo entonces podremos valorar si ha merecido la pena.