«Desde el momento en que los invasores aparecieron, respiraron nuestro aire, comieron y bebieron, estuvieron condenados. Tras fracasar las armas y los recursos del hombre, fueron reducidos, destruidos, por las criaturas más diminutas que Dios, en su sabiduría puso sobre la Tierra. Mil millones de muertos hicieron al hombre acreedor a su inmunidad, al derecho de sobrevivir entre los infinitos organismos de este planeta. Y ese derecho es nuestro, ante cualquier adversario, pués el hombre no vive ni muere en vano», H.G. Wells, ‘La guerra de los mundos’ (1898).
No es en vano
