Uno dice con disgusto
sintiendo cada legua
como itinerante prisión:
«es momento de frenar»
otro añade quejumbroso:
«yo no voy a correr más».
El resto, otorga resignado
y entrega las palabras
como armas melladas
como bocas desdentadas
con labios sellados.
Al tiempo que
con ademanes secretos
y gestos desquiciados
trazan nuevos planes
con detalles concretos
para huir a un lugar lejano.
Después de haber corrido
durante tantos años tienen sed
un ansia bebedora inmensa
que a ningún agua basta.
Y, ¿con qué la pueden saciar
antes de volver a desaparecer?
El remedio desean conocer
esa es la esencia de su diálogo
les mantuvo vivos en el pasado
y lo buscan en el presente.
Lo harán en el futuro
lo anhelarán siempre
en todo momento
en toda época
en todo lugar.