Honor, gratitud, confianza, sacrificio, fidelidad… son los ingredientes de un concepto más difícil de explicar que de entender. Siempre existe en relación a algo o a alguien, y también puede ser propia. La devoción, las convicciones, lo irrenunciable, siempre tienen algo que ver con ella. Pero, ¿qué es en sí misma?
No es un sentimiento pero se deja sentir. No es amor, pero sin él no cristaliza. Es un valor, eso sin duda, y también una virtud. No nos la pueden arrebatar, pero no nos pertenece. Puede ser inquebrantable, pero podemos fallar y traicionar. Y, si la perdemos nos sentimos vacíos. Ante ese peligro, mejor elegir bien. Así que, tómate un tiempo para pensar qué o quién merece tu lealtad, y cuando lo sepas no lo abandones jamás.
Lo que aprendí sobre la lealtad
