Clave de Libertad

A finales de junio de 2022 se ha producido el fallecimiento de José Luis Balbín, conocido por ser el presentador del programa ‘La Clave’ desde el año 1976 hasta 1993, con un significativo parón entre 1983 y 1990. Al ser yo mismo periodista y haberme criado viendo aquel histórico espacio televisivo dedicado al debate, no puedo pasar por alto su muerte sin comentario.

Leyendo su obituario deduzco lo que tuvo que sufrir al verificar que las libertades que trae consigo la Democracia se ponen a prueba desde el primer momento de su existencia, y que lo hacen Gobiernos liderados por todas las tendencias políticas sin distinción. Y también que para el poder es toda una tentación limitar, prohibir y cerrar bocas diciendo «de esto no se habla».

Es más que una lástima, en realidad es una tragedia que fuesen suspendiendo ‘La Clave’ cada vez que abordaba un asunto espinoso, como las riquezas de la Iglesia, la homosexualidad, la pena de muerte y un largo etcétera; por el simple hecho de que le molestaba al Gobierno de turno, ya fuese impuesto o electo. Como miembro anónimo e insignificante del Pueblo, no veo la diferencia de talante.

Y en cierto momento Balbín tuvo que transigir con que su programa fuese pregrabado en lugar de en directo, para que asi RTVE pudiese controlar las opiniones que se vertían en horario de máxima audiencia (una franja que en cambio hoy en día jamás ocuparía un programa así). Querían un botón del pánico que poder pulsar si alguien se salía de los márgenes aceptables.

Entonces, el proceso de un crimen perpetrado contra la libertad de expresión es este: te suspenden temporalmente, te controlan, te limitan, te relegan a horas de baja audiencia y al final te suprimen definitivamente. Dejas de existir tras haber podido aprovechar solo algunas grietas y recovecos, muy apreciados pero insuficientes, por los que has conseguido dejar escapar un poco de grandeza, que es lo contrario de la mediocridad reinante.

Acallar las voces discordantes

No llores, la censura siempre ha existido, ahora también. Lo mismo que la cultura de la cancelación, lo que molesta se erradica, como si fuese una plaga incómoda. Todo lo que no hace juego con las cortinas, a la basura. Incluido un espacio televisivo que brilló en una época tan delicada y necesitada de explicaciones como fue la Transición.

Es cierto que en ‘La Clave’, como en la mayoría de programas de la época, aparecían pocas mujeres. Por eso he escogido este en el que interviene Federica Montseny con su habitual lucidez.

Bueno, no se trata de mitificar las cosas o de ver el pasado con indulgencia, a veces podía resultar un poco pesado el programa, entre 408 que se emitieron cabe de todo, y algunos tertulianos eran un poco redichos y pedantes. Pero pesa mucho más el lado positivo, porque sí que pudimos ver lo que es un verdadero debate, planteado sin miedo, con participantes de nivel, con posturas antagónicas y dispuestos a dar lo mejor de sí en defensa de su posición.

Y lo que es muuuucho más jodido, dispuestos a dejar intervenir a los demás con paciencia, a darles la razón o concederles pequeños márgenes de confianza o beneficios de la duda cuando ofrecen buenos argumentos. Porque, no nos engañemos, siempre hay más de una manera de ver las cosas. Y yo pregunto, ¿has visto algo semejante en la TV o en las redes sociales en las últimas décadas? ¿No te parece que sería bueno para la Democracia y para todas sus libertades que alguien lo hiciera?

Mi visión particular

Aunque tengo mis propios planteamientos iniciales sobre todo o casi todo, estoy dispuesto a escuchar esas voces si están dispuestas a escucharme a mi, y si tengo la certeza de que se debatirán ideas y no se acabará convirtiendo la reunión en un infantil debate de matices, de esos en los que los ponentes en realidad piensan lo mismo y como mucho les separan algunos pequeños detalles. O, peor aún, en un mero intercambio de exabruptos para mayor regodeo del populacho…

La inquietante sintonía de ‘La Clave’, absolutamente inolvidable.

Hoy, la TV e Internet prefieren a los botarates que ofrecen show, porque es más fácil descalificar al contrincante que pensar buenas alternativas a sus planteamientos. En cambio, lo difícil es formarse durante toda una vida e informarse antes de ir al debate para estar al día de la cuestión que va a tratarse. Y más difícil es aún aceptar que ninguna posición debe ser inamovible, si se topa con buenos razonamientos.

Por favor, que no piensen

Por esto es por lo que abogaba Balbín, y yo también. Primero quiero escuchar las demás opiniones y luego aportar mi visión, dando la razón donde coincida y rebatiendo donde discrepe. Pensando contraargumentos mejoraré mis propios pensamientos y criterios respecto al asunto que sea.

Y estoy muy seguro de que no debe haber temas tabú, eso nos acerca a la barbarie y nos aleja de la emancipación, que es precisamente lo que quieren los poderes. Dóciles somos más gobernables, el rebaño pasta tranquilo. Adiós a Balbín, adiós a ‘La Clave’, welcome efecto Dunning-Kruger.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: