«Por cierto lo tengo que van pocos reyes al infierno, porque sois pocos; que si muchos fuésedes, ninguno podría ir al cielo, porque creo allá seríades peores que Lucifer, según teneis sed y hambre y ambición de hartaros de sangre humana; mas no me maravillo ni hago caso de vosotros, pues os llamais siempre menores de edad, y todo hombre inocente es loco; y vuestro gobierno es aire. Y cierto, a Dios hago solemnemente voto, yo y mis docientos arcabuceros marañones, conquistadores, hijos-dalgo, de no te dejar ministro tuyo a vida, porque yo sé hasta dónde alcanza tu clemencia; y el día de hoy nos hallamos los más bien aventurados de los nascidos, por estar como estamos en estas pares de Indias, teniendo la fe y mandamientos de Dios enteros, y sin corrupción, como cristianos; manteniendo todo lo que manda la Sancta Madre Iglesia de Roma; y pretendemos, aunque pecadores en la vida, rescibir martirio por los mandamientos de Dios».
De ‘Carta a Felipe II, Rey de España’. Lope de Aguirre, la Cólera de Dios. Puerto de Borburata (Venezuela), 20 de septiembre de 1561.