Dicen que ‘populismo’ es cuando le cuentas a la gente lo que quiere escuchar para conseguir que te voten y, cuando ganas, aplicas la otra agenda, la que tenías guardada bajo la mesa. O bien, simplemente improvisas sobre la marcha, y ya está.
Y luego está la política seria, la que le dice al pueblo lo que hay, actúa de forma valiente y decidida buscando soluciones realistas para los problemas de nuestra sociedad. Y, por supuesto, es honesta e incorruptible… Aunque poner las palabras «política», «honesta» e «incorruptible» en la misma frase es muy temerario. Por otra parte, todo en este párrafo es pura ciencia ficción.

Al final, pienso que la realidad es una mezcla de todo: sueños inalcanzables, ideales sobre organización de la sociedad que no son viables, viejas tradiciones que se van y nuevas costumbres que no cuajan, lastre administrativo y la impredecible naturaleza humana, en la que la codicia y la estupidez resplandecen con luz propia.
No podemos vivir sin estar en todo momento abducidos por alguien que, con nuestro permiso o sin él -que eso siempre es un vulgar formalismo– determina nuestro presente y condiciona nuestro futuro. El pasado, al que llamamos Historia, es una mentira de patas cortas que se moldea una y otra vez para que creamos que nunca estuvimos tan bien como ahora. Después de todo.